diumenge, 25 de desembre del 2011

Cuento:


Los cambios drásticos de que nos da la vida


Me llamo Clara Romeo Riera, nací el 20 de Septiembre de 1985, ahora tengo 26 años, el 18 de Agosto de 1992, tenia siete años y sufrí una experiencia trágica pero pasaron los años y todo, casi todo volvió a la normalidad, yo había cambiado mucho, no era la misma, era más fuerte, más valiente, etc.
Todo empezó una cálida mañana de el verano con la yo y mis amigos estábamos en el parque jugando cuando mi tía Catalina, ella era de Vinallop y siempre me venia a recoger para irnos a su casa que tenia piscina, ella vino a buscarme par llevarme a su casa. De golpe salio un camión de el callejón y nos dio por detrás, tenia mis piernas aplastadas por el asiento de delante, me dolía muchísimo, llamaba a mi tía y no me respondía, empecé a gritar pidiendo ayuda. Una mujer llamó al hospital y a los bomberos para que nos pudieran sacar con más facilidad.
Cuando llegaron yo estaba inconsciente y cuando me desperté estaba en una habitación de el hospital, era muy luminosa, amplia, había una televisor que debía medir unos 70cm, una puerta que de seguro debía ser la del “WC”, había una tabla redondita y a su alrededor dos sillas azules , una cama donde yo estaba tendida, un sofá muy largo y de color azul iba a conjunto de las sillas, una tabla pequeña a la altura de la cama para poder comer y una lampara enorme que colgaba de el techo el techo era rosa “barbie”.
De pronto entro una enfermera rubia con los ojos azules y vestida de blanco vio que yo ya había despertado y fue deprisa a decirle al medico y a mis padres que había despertado, no tardaron a venir a verme. Mi madre toda ilusionada no me paraba de darme besos y de achuchar-me, de pronto entro el medico y les dijo a todos que se tenían que retirar de la habitación para poder revisarme bien. El medico no para de hacerme preguntas, luego mandó a llamar a mis padres, cuando entraron les dijo que estaba bien pero había un problema que a partir de la cintura hacia abajo no respondía pero había posibilidades de que me podría recuperar pero no seria fácil, serian muchas horas de esfuerzo y jamas me tenia que rendir por más duro que pudiera ser. Yo tenia miedo, mucho miedo, pero si quería volver andar tenia que hacer todo lo que me decía el medico.
Les pregunte por mi tía Catalina, porque aquí todo el mundo no paraba de hablar y hablar de mi, pero a mi tía Catalina nadie la nombraba. Mi madre me dijo que estuviera tranquila, que me relajara y que durmiera, pero yo quería saber que había pasado con mi tía Catalina, entonces me dijo que solamente se había roto una costilla, una pierna y tenia muchos moratones por el cuerpo, pero ya había despertado hace horas y estaba bien, que cuando pudiese me vendría a ver.
Tenia tantas ganas de salir de ese hospital, cogía la silla de ruedas que me prestaron allí al hospital y me iba a dar vueltas por el hospital, así ya practicada para cuando tenia que ir por fuera.


Hice muchas amistades por allí, lo que ellas se recuperaban muy deprisa. Siempre cuando se iban venían a despedir-se y aveces me regalaban cosas. Hubo una vez que me regalaron un peluche, otra una libreta de recortes de nosotros yendo por el hospital, otra ropa, otra libretas y bolígrafos (de colores), etc. los quería mucho. Allí se podía decir que todos eran como mi familia de el hospital porque los conocía a todos, y eran como mis amigos, mis mejores amigos.
Incluso cuando mi tía Catalina le dieron el alta también me regalo un regalo, era un osito de peluche, pero era enorme y a la barriga estaba escrito nuestro nombre con mi color preferido, el rojo, llevaba un lazo azul clarito que me gustaba mucho. Cuando me lo dio y me vio con la silla de ruedas se puso a llorar porque creía que todo lo que me paso, mejor dicho lo que nos pasos era todo culpa suya, cuando en realidad era culpa de el camionero que por cierto, el no se izo nada, solo un golpe en la cabeza.
Al principio me volví loca y pensé que jamas volvería a andar ni a correr ni hacer nada de nada con las piernas, que seria un estorbo en la vida de los demás, pero mi mejor amiga siempre me decía lo mismo que dejara de pensar eso que no me estaba sentando nada bien porque me estaba desanimando y lo que necesitaba eran muchos ánimos y tenia que poner mucho empeño, muchas fuerzas y muchas ganas para que volviera a andar y jugar tal y como hacia siempre con ella.
Para tranquilizarme fui a una librería a buscar información, o algún libro que hable sobre gente con la misma discapacidad que sufría yo. Encontré muchos libros, algunos antiguos y algunos que hacia poco que habían salido hacia muy poco; empece por el más antiguo y decía: que las personas que presentaban algún tipo de déficit eran rechazadas, y entonces me imagine por un instante que me podía pasar lo mismo a mi y la verdad esa idea me dio tanto miedo que pase unos días más malos.
Pero entonces llegaron los días de rehabilitación para poder caminar y eso me relajo bastante, allí conocí a mucha gente que tenia cosa parecidas, solo había otro niño que tenia lo mismo que yo, la demás gente solo se había roto o el brazo o una pierna o algún hueso.
Un día fui con mis padres a hacer la compra, tuve unos cuantos problemas, ya que no tenían ninguna rampa para poder entrar, tampoco los pasadizos eran lo suficiente amplios, solamente habían dos “WC” uno de hombre y otro de mujer, pero para la gente con sillas de ruedas, en resumen, este supermercado no estaba preparado para la gente con sillas de ruedas a diferencia de hoy que a casi todos los sitios hay zonas para las personas con sillas de ruedas.
Luego me convencieron para ir de paseo, me sentía un poco extraña sobretodo cuando la gente no me quitaba la mirada de encima y había mucha gente que decían , al principio se me hacia extraño pero a lo largo que iban pasando los meses ya era algo normal. Aparte también tuve un problema y era que no podía ir por la acera porque no podía subir y me tocaba ir por debajo a la carretera con los coches y eso la verdad me daba un miedo terrible.
Pasaron tres años y un día me dije voy a probar haber si con tanto esfuerzo con la rehabilitación puedo andar ni que sea unos pasitos, llame a mi madre para que me ayudara por si me caía. Me levante de la silla moví un pie y luego el otro y pude caminar seis pasos, estaba tan contenta que no me lo podía ni creer, estaba llorando de la alegría, por fin al cabo de tres años y poco más ya podía caminar y eso era el mejor que me podía llegar a pasar, y mi madre también lloraba conmigo.
Cuando fuimos a una visita al medico le dije toda ilusionada que ya podía andar, yo estaba toda ilusionada y el medico todo contento me dijo que eso era muy buena señal y me hizo demostrarle que podía andar. Lo vio y me dijo que me tenia que hacer más pruebas para asegurarse que todo iba bien. I así asegurar una recuperación perfecta y libre de sorpresas desafortunadas.
Iban pasando los meses y cada vez caminaba más y más, tenia más fuerza en los músculos de las pierna, jamás deje de ir a rehabilitación porque si un día no iba, todos mis esfuerzos se iban al garete .
Fueron unos años de mucho esfuerzo, de ver a muchos médicos, de ir en silla de ruedas, de ver como la gente te mira diferente, de como tu te sientes antes de ir en silla de rueda, yendo con la silla y después. Ha sido una experiencia que la verdad no la recomiendo a nadie, es muy feo desear que te pase eso porque sufres, yo gracias al apoyo de todos lo que me rodean si no, no os aseguro que estuviera así de contenta y feliz.
Al cabo de 19 de ese maldito accidente, que mi tía no tenia la culpa de nada, era ese maldito camionero que nos dio por detrás muy fuerte, pero lo más importante ahora es que ya puedo andar como una persona normal, si que es verdad que aun voy al medico pero eso es lo de menos. Esa experiencia me marco la vida, y ahora se que todos somos iguales, pero hay gente que tiene más dificultades que otras y todo a de estar al alcance de todos sean altos, bajos, ciegos, sordos, in-balidos, etc. porque somos personas de carne y hueso, todos; respiramos el mismo aire, vivimos en el planeta tierra y tenemos los mismos derechos, seamos quienes seamos.
Mi familia siempre me ha apoyado en todo, siempre estaba allí, siempre. Durante todo este tiempo supe lo que era sufrir y a partir de ahora ayudare a toda la gente que le haga falta.
Les voy a agradecer toda la vida todo lo que han echo por mi, eso, no tiene precio. Hoy se quien esta conmigo por que le conviene o porque me quiere de verdad.
Yo soy rica, que digo rica multi-millonaria, no por la parte económica sino por la parte que tengo muchísima gente que me quiere y yo a ellos también los quiero muchísimo.
Recuerdo a mi silla de ruedas; era roja como mi color preferido con las ruedas negras, allí pase casi toda mi infancia y tosa mi adolescencia. Se podría decir que pase una vida entera allí junto a ella, las dos mano a mano, con muchas dificultades por delante pero nosotras las superábamos siempre.
Aun la tengo guardada en el garaje, por que en parte es parte de mi vida, mejor dicho, ha formado parte de mi vida durante muchísimos años, y no me puedo desprender de ella asi por que si.

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